lunes, 2 de octubre de 2017

Cuando acudir a un psicólogo

Parece que si a alguien le dices que le podría ir bien ir al psicólogo le estás ofendiendo en lo más profundo de su ser. Sin embargo, hay que saber que la psicología un método de ayudar a la gente normal con problemas normales pero que no saben resolver.

No somos los psicólogos seres sobrenaturales que saben todas las respuestas, pero tampoco somos loqueros que atienden a personas raras o con algún tipo de discapacidad mental rara que tiene que mantenerse en el más absoluto secreto. A las consultas de los psicólogos acude todo tipo de personas, desde gente que tiene problemas para dormir, problemas de ansiedad, problemas para relacionarse con los demás, problemas de concentración, etc. Como podéis ver, me he referido a todo lo anterior con las palabras "problemas para", dejando claro que son problemas que en un momento determinado les aparecen y que con ayuda de un profesional pueden terminar por resolver de un modo saludable.
Tenía un profesor que nos decía que si la gente no acudiese al psicólogo podrían acabar solucionándolos de un modo u otro, pero siempre sería mucho más costoso en tiempo, esfuerzo y sobre todo que podrían acabar produciendo otro tipo de hábitos que tal vez no fuesen tan sanos a la hora de afrontar otras situaciones.

Muchos os preguntareís:" Pero ¿Cómo sé yo que necesito ir a un psicólogo? ¿realmente me podrá ayudar?". Pues mi respuesta a esto es que todos tenemos problemas de uno u otro modo, pero a veces ocurre que no somos capaces de resolver o no podemos conseguir mejorar o afrontar determinadas situaciones. Además, el hecho de no saber cómo actuar y afrontar esas situaciones nos están suponiendo un trastorno en nuestro día a día.
Pongamos el ejemplo más claro que podemos ver: las fobias. Si una persona vive en la ciudad y le tiene fobia a los caballos, es poco probable que le vaya a suponer un problema. Pero si esta misma persona lo que tiene es fobia a los perros y en su barrio viven muchos perros, le va a suponer un grave trastorno porque cada vez que salga a la calle irá con miedo o no podrá ir por determinadas zonas. En el primer caso, puedes considerar no acudir a un psicólogo porque no es algo que afecte en tu vida, pero en el segundo caso, pedir ayuda profesional podría suponer un gran cambio en su calidad de vida.
En cuanto a la segunda pregunta, el psicólogo realmente puede ayudarte si pones de tu parte y tratas de mejorar. No se te va a recetar unas pastillas que ayuden a tu problema solo con tomarlas. La terapia va a requerir esfuerzo por tu parte, pero siempre estarás acompañado de un experto que nunca te va a juzgar y siempre va a apoyarte en todo lo que hagas o digas.

Actualmente, si te duele un músculo no dudas en ponerte en contacto con un fisioterapeuta para que te lo trate, del mismo modo, si tienes un problema que no sabes solucionar los psicólogos están ahí para aliviar tu dolor y poner solución a los problemas que tengas.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Aceptación

En otra entrada creo que hablé de la ACT que es la terapia de aceptación y compromiso, y en este caso utilizo mi propia experiencia para intentar trasmitir la conclusión a la que he llegado en este mismo momento.

Hay veces en la vida en las que se puede luchar, veces en las que se puede seguir intentándolo, veces en las que si empujas un poco más tal vez llegues a conseguir lo que tenias pensado alcanzar. Eso es genial y te deja una sensación de gozo tan grande que cuando se nos presenta otra oportunidad queremos volver a repetir y tratamos de alcanzar una meta tras otra. Creo que en eso consiste el éxito de una persona.
Sin embargo, hay veces en las que por mucho que luchemos, lloremos y queramos alcanzar la meta, tenemos que ser lo suficientemente humildes como para reconocer que tal vez en esta ocasión haga falta retirarse y descansar. Eso es lo que me ha pasado este verano y ahora mismo. En verano quise continuar con mi actividad física a pesar de mis molestias en el gemelo izquierdo pensando que si seguía luchando al final el dolor cesaría. Tras varias semanas en las que lo único que hice fue correr mal y ponerme de mala leche, opté por dejar de hacer ejercicio. Dejé a mi pierna descansar y me tomé dos semanas de descanso necesario y merecido. Finalmente me reincorporé a la actividad física poco a poco, partiendo de cero, y aunque sé que podría estar en mejor forma si no hubiera tenido la lesión, la realidad es que la tuve, así que lo que importa es que ya no me molesta el gemelo.

Por si todo esto no fuese suficiente, el lunes pasado me torcí el tobillo entrenando. Fue en una jugada en la que traté de cortar un pase de la contraría, el balón me dio en el pie y apoyé con este torcido. Oí un "clack" muy poco tranquilizador y en cuanto intenté arrancar a correr mi tobillo me mando señales de "ni de coña". La rabia me hizo intentar quedarme y seguir jugando, pero en el fondo sabía que no podía continuar. Me salí a la banda y me puse a pisar fuerte con el pie dolorido, más con rabia que con conocimiento de lo que hacía. Debí estar un rato porque mi entrenador se acercó y me dijo "pero deja de pisar fuerte, si te duele solo te va a doler más" y yo con impotencia seguía pisando como si no le escuchase "¿si tienes una herida tu te la rascas para abrirla más o que?". Entonces ya paré.
A lo que voy es que en este caso, yo podía pisar más fuerte, ponerme hielo como una loca, llorar, gritar, maldecir el momento en el que decidí poner ahí el pie, pero eso no me iba a quitar el dolor ni la posibilidad de perderme entrenamientos y amistosos. En este momento lo que tengo que hacer es aceptar que tengo dolor, intentar tratarmelo y sobre todo, tener paciencia para no forzar algo que no tengo necesidad de forzar.

No estoy diciendo que haya que rendirse en cuanto nos surge un problema, yo no lo he hecho casi nunca, pero si que a veces hay que tener cabeza y saber tratarse a uno mismo con cariño para recuperarse bien.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Septiembre

No creo que sea la única que piense que Septiembre es el mes real en el que comienza el año. Han puesto Enero como fecha simbólica para un nuevo año pero realmente todo lo que cuenta como comienzos se podría decir que ocurre en septiembre. Volvemos a trabajar, a estudiar, al gimnasio... y yo, a escribir.
Echaba mucho de menos escribir y por circunstancias especiales de reformas hogareñas no he podido hacerlo hasta el día de hoy. Pero hoy traigo un artículo en el que seguramente todos, de un modo u otro os sintáis identificados.

Después de mucho remolonear por la casa y buscar excusas como "me duele la espalda" "yo creo que me va a venir la regla" "tengo mucho que hacer" y demás cosas que nos decimos cuando algo no nos apetece, sin pensar me he puesto la ropa para el gimnasio, el casco y he bajado al gimnasio montada en mi bicicleta, ahorrando de paso un poquito de gasolina. Cuando me he querido dar cuenta estaba bajando la larga cuesta que baja de mi casa a cualquier sitio al que quiera ir, porque vivo en una zona muy elevada. He hecho mis pesas y mirado a los demás con cara de "sé que habéis bajado en coche al gimnasio, sinvergüenzas". (Evidentemente yo bajo al gimnasio en coche muchas veces así que no os sintáis mal si lo hacéis porque sólo estaba siendo cínica).

Pues ha llegado la hora de irme y claro, pensar en lo que me quedaba para llegar a casa me ha hundido. Bajar es muy divertido y todo son risas, pero subir, ¡ay subir!. Subir es un pequeño suplicio tras otro, cuesta pequeña, luego cuesta grande, y después cuesta más grande aún. Estaba en este pequeño suplicio cuando he empezado a pensar y acordarme de lo bien que me lo pasaba cuando montaba en bici cuando era pequeña.
Mis amigas y yo montábamos como si fueran nuestras motos, íbamos y veníamos a todos lados con las bicis, las personalizábamos e incluso hacíamos peleas épicas que a veces acababan mal, pero siempre nos lo pasábamos bien. Me he dado cuenta que entonces no me suponía esfuerzo, no lo veía como salir a hacer deporte. Era un juego, un entretenimiento, una diversión. Ahora lo vemos todo como si fuese una obligación "tendré que salir en bici porque está ahí muerta de asco y yo estoy empezando a estar rechonchito". Desde los 6 años he vivido aquí, aprendí a montar aquí y siempre ha habido las mismas cuestas, sin embargo, ahora me parecen un suplicio y antes eran muy divertidas. ¿Qué ha pasado para que eso cambie?

Lo que ha pasado es que hemos perdido la esencia de lo que es realmente el deporte. Hemos dejado que la televisión nos convierta en reyes del postureo y nos dediquemos a hacer cosas que realmente no nos gustan por el hecho de que son sanas, nos van a poner buenorros o es lo que hace todo el mundo. Es por eso que el deporte acaba siendo un sacrificio y un infierno. La gente se fuerza cuando debería disfrutar. Hay miles de opciones para hacer cosas que nos resulten divertidas, no tenemos que forzarnos a hacer nada por gustar a los demás. Si a ti te gusta la bici, ¡sal más en bici aunque digan que es bueno correr!
Muchos no entenderán que a mi me guste correr, pero es que de verdad que me lo paso muy bien. Hay días que no saldría pero me fuerzo, porque me gusta y lo sé, y termino volviendo a casa con una sonrisa. Puede sonar a contradicción con lo que he dicho sobre disfrutar pero no es así. Lo que digo es que disfruto corriendo aunque en un principio no me apetezca, pero hay gente a la que no le gusta correr y se fuerza porque se supone que es sano y ¿sabéis que acaba pasando? Que cogen manía a correr y no vuelven a hacerlo más.

Por lo tanto y como resumen, hay muchos deportes y no todos tienen que ser para todo el mundo, solo se trata de que cada uno encuentre ese en el que se siente entretenido, entusiasmado y feliz. Pensad en eso que hacíais cuando erais pequeños y cómo lo hacíais, no por competir, no por ganar, sino por estar con los amigos y pasarlo bien. Así es como creo yo que debería ser hacer deporte.

jueves, 9 de marzo de 2017

La importancia de las emociones


Hoy quiero hablar de algo tan importante para nosotros, seres humanos del mundo, como son las emociones. Llevo 5 años estudiando psicología y os puedo decir que se estudian a diario. Esto deja claro cómo de importantes son para nosotros.

Como seres humanos, inteligentes y supuestamente superiores a los demás animales (Já) tenemos la capacidad de saber qué es lo que pensamos y podemos imaginar qué piensan los demás por como actúan. Asimismo, podemos reflexionar sobre nuestros propios sentimientos y los de los demás.
No pretendo aquí dar una clase de emociones y autoconocimiento, pero si explicar cómo nuestras emociones nos afectan a la hora de rendir en un deporte y cómo podemos tratar de controlar estas emociones. Como siempre lo voy a intentar explicar poniendo ejemplos personales.

Llevo tres meses con un dolor en el glúteo (por no decir culo) que no se me termina de pasar. Como no era algo que me impidiese entrenar y jugar al fútbol pues seguía como si nada, aunque siempre con esa molestia presente. Al margen de lo malo que es aguantar con una lesión de un modo físico, a nivel mental estar con esa limitación empezaba a hacer estragos en mi cabeza. "Nunca se me va a quitar el dolor, cada vez me va a más, es que ya estoy mayor, tal vez debería dejar de hacer deporte..." Todo eso se acumulaba en mi cabeza. Pues con todo eso a cuestas me iba a entrenar, y ¿qué creéis que pasaba? Pues que por supuesto afectaba a mi modo de entrenar, y  a la larga a mi modo de jugar.
Cuanto peor entrenaba y jugaba, peores pensamientos tenía, y cuantos peores pensamientos tenía peor entrenaba y jugaba... podéis imaginar que es la sardina que se muerde la cola.

Llegado a este punto, una persona muy inteligente me dijo algo que no había pensado "a base de forzarte te estas perjudicando físicamente y la imagen que das fuera, no estás jugando como sabes y la gente va a pensar que eso es todo lo que puedes dar. No te beneficia en nada estar forzando" y tenía toda la razón del mundo. Llevaba tres meses haciendo el idiota por ser cabezona y no centrarme en lo que realmente sentía, que era dolor, frustración y desesperación. Así que, después de un partido en el que el dolor a los 10 minutos me dejó en fuera de combate, decidí parar y centrarme en recuperarme. Llevo dos semanas sin entrenar y acudiendo al fisio dos veces por semana. Poco a poco el dolor va disminuyendo (muy poco a poco pero hacemos lo que podemos). Mi cabeza está empezando a funcionar un poco mejor y estoy deseando volver a tocar balón, pero esta vez voy a esperar lo necesario.

Lo que quiero decir con todo esto es que una lesión te puede afectar físicamente, pero eso se puede llegar a reparar, lo que no podéis dejar es que una lesión se cargue vuestra confianza, vuestras ganas y la ilusión de hacer lo que más os gusta. Es por esto que reivindico el papel del psicólogo deportivo para hacer ver a los jugadores que una lesión les está afectando más de lo que creen y que pueden hacer algo por llevarla de un modo más sano y productivo.

sábado, 4 de marzo de 2017

Multipotencial

¡Hola a todos!

Hoy quería hablaros de algo que puede no tener mucho que ver con el deporte o con adelgazar, pero me parece que puede ser útil para entendernos a nosotros y por tanto aceptarnos. A partir del entendimiento y aceptación es cuando podemos empezar a hacer algo de verdad con nuestra vida.
El título del artículo es Multipotencial y me gustaría explicaros qué significa esto.

Hasta hace poco, me consideraba un culo de mal asiento, que empezaba las cosas y no las acababa, que no era constante en nada. Cuando pensaba esto, acababa por bloquearme y no hacer nada. Me decia "si todavía no he terminado de leer este libro, ¿Cómo voy a empezar otro?" Algo muy lógico, pero al pensar eso no leía el libro que había empezado porque me dejaba de apetecer y me apetecía más leer el otro, ni empezaba el otro porque no había terminado el primero. Espero haber explicado mi frustración al acabar por no hacer nada y dejar de disfrutar de una cosa que me encanta y hago en mi tiempo libre.

Pues me empezó a pasar ese tipo de cosas con todo. Cómo iba a empezar a dibujar si no había terminado de aprender ganchillo, cómo voy a salir a correr si no he hecho gimnasio, etc. Se puede extender a todo tipo de actividades.
Fue entonces cuando empecé a bloquearme en todo, y por casualidad leí un artículo en una página de psicología que seguía. El artículo en particular es este, por si os interesa leerlo. Si leer no es lo vuestro, también os animo a que veáis esta charla de TED.
En fin, que después de lo que os he contado y si habéis leído el artículo y/o visto el vídeo, os habréis dado cuenta, como yo, que no hay nada malo en hacer lo que hacía. No quiere decir que no sea constante o que no sea capaz de acabar las cosas, sino que soy Multipotencial. No hay un tema que me apasione, hay muchos y lo peor de todo, ¡a la vez!
El problema es que hasta ahora me ponía límites y me juzgaba por no terminar algo y ponerme con otra cosa. Sin embargo, ahora no pienso de ese modo, he aceptado que soy así y que si algo no lo he terminado es por que seguramente no me interese lo suficiente como para dedicarle tiempo.

Actualmente estoy estudiando el master de Psicología Clínica, leyendo 4 libros, tocando el piano, aprendiendo letering, quiero volver a escribir en el blog por lo menos cada semana y estoy dispuesta a empezar cualquier otro tipo de actividad que me interese. Como estoy lesionada, no estoy entrenando, pero cuando esté bien quiero aprender control de balón y hacer freestyle. Esto no quiere decir que por dispersarme acabe haciendo las cosas de un modo mediocre, sino dedicando a cada cosa el tiempo que necesite pero estando centrada en lo que estoy haciendo en ese momento. ¡La organización es la clave de todo!

En fin, lo que quería con este artículo es que os dieseis cuenta de cómo por tener cosas inacabadas acabamos bloqueando todo en nuestra vida y dejando de hacer cosas que nos convienen o nos gustan. En las dietas pasa un poco por el estilo, te dices "¿cómo voy a empezar una dieta si todavía no me he organizado ni he empezado a ir al gimnasio?" y luego al revés " ¿para qué voy a ir al gimnasio si todavía no me he puesto a dieta?" y al final no hacemos ni una cosa ni la otra.

Os dejo que me voy a tocar el piano mientras veo el partido.
Un saludo

miércoles, 22 de febrero de 2017

Minidiario 2: No me apetece nada correr

Voy a publicar una entrada que no se publicó en su momento y que me parece importante para ejemplificar que no siempre se sale con ganas a entrenar y que no siempre se hacen Buenos entrenamientos.

Hoy es domingo, me levanto cansada y un poco triste después del partido de ayer, en el que además de perder, no me sentí bien jugando.
Hoy me toca correr 4 kilómetros según la aplicación de Myasics. A pesar de que ayer tuvimos partido, no jugué mucho así que no hay excusas. Por la mañana no puedo salir, luego me voy a comer con la familia, cuando llego a casa me pongo con trabajos y llegan las 7 de la tarde. Uff, menuda pereza que me da. Hoy llueve, no quiero, me apetece quedarme en casa, tengo mucho que hacer...
De repente, me encuentro en la calle, con la música a tope y corriendo. No hay que pensarlo porque si lo haces os digo que no salís nunca. Así es como hay que hacerlo, sin pensar y a lo loco.
No os voy a engañar, ha sido una mierda de entrenamiento, me he encontrado mal desde el principio, la tripa me daba botes por la comida, el móvil me golpeaba en el estómago a medida que corría... una patata vamos. A pesar de todo, me he forzado a correr los 4 kilómetros que me tocaban, muy ayudada por la música, y cuando he llegado a casa he agradecido haber salido.
Evidentemente no lo he pasado bien, muchos habrían dicho ¿y para qué sales? ¿eres masoca?
Pues no, si hoy cedo qué me dice que mañana no vaya a ceder, porque total, ya cedí ayer, ya qué más da. Lo que quiero decir es que a pesar de hacer una mierda de entrenamiento y pasarlo mal, he aprendido, he aprendido de mi misma, de mi fuerza de la mente, el poder que tenemos de sacrificio...
A pesar de saber que no iba a encontrarme bien, el hecho de haber sido capaz de salir ha producido la sensación de satisfacción por el trabajo hecho igual que si el entreno hubiese sido agradable.  De todo podemos aprender.

domingo, 22 de enero de 2017

Fuerza de voluntad

Han pasado las navidades y he estado muy liada, por lo que no he podido escribir. A partir de ahora intentaré mantener el blog actualizado.
Estoy volviendo a correr poco a poco y como dije haré un mini diario de mis sesiones de entrenamiento para motivaros a seguir y que sepáis que no estáis solos.

Hoy quiero hablar de la importancia que tiene la fuerza de voluntad. Aunque os parezca un rollo, hacer una dieta, empezar a hacer ejercicio, incluso comenzar a realizar una actividad nueva, va a aportaros mucho más de lo que creéis. El hecho de que os mováis para conseguir lo que queréis os va a hacer crecer como personas, va a hacer que aprendáis mucho de cómo sois realmente. Os encontréis en momentos en los que pensaréis "nunca habría dicho que llegaría hasta aquí", "no sabía que podía correr tanto", "he sido capaz de superarme". No puedo explicar con palabras la satisfacción que eso os va a dar, lo orgullosos que vais a estar. No necesitareis la aprobación de nadie porque tendréis la mejor de las recompensas, vuestra propia aprobación.
Pero para que esto ocurra tenéis que empezar a moveros ya. No me vale "mañana comienzo la dieta", "hoy estoy cansada, salgo mañana a correr". Si empezáis en este círculo, no vais a salir, porque las palabras de ayer no tendrán ningún valor hoy. Vuestras propias promesas no las creeréis ni vosotros, y esa es de las peores cosas que pueden pasar a nivel personal. Así que desde el momento en que terminéis de leer este artículo y comentéis lo guai que es y lo que os ha motivado (por favor, hacedlo), quiero que empecéis ha hacer lo que os habéis propuesto, desde el minuto 1 en el que decidáis hacerlo, ¡HACERLO!


Nadie os puede ayudar en esto, a no ser que os ayudéis vosotros mismos. Nadie nace con fuerza de voluntad innata, la construye. Siempre podemos aumentar la fuerza de voluntad, nunca es tarde, nunca eres demasiado mayor. Y si os cuento un secreto, la fuerza de voluntad como tal no existe. En psicología no hay un libro donde se estudie la fuerza de voluntad, sino la motivación. El secreto de tener una fuerza de voluntad grande es tener una motivación grande, y eso se consigue con un objetivo claro en la cabeza. Un objetivo que merezca la pena para levantarnos del sillón y ponernos a correr, a pesar del frío, la lluvia o el cansancio. Los locos que veis corriendo en la calle empezaron teniendo una meta más fuerte que quedarse en casa y después se engancharon e hicieron de su nuevo hobbie un estilo de vida. 
De verdad os digo que merece mucho la pena moverse por algo que nos guste, es sano tanto mental como físicamente.  

¡Todo el mundo a moverse!