jueves, 21 de septiembre de 2017

Aceptación

En otra entrada creo que hablé de la ACT que es la terapia de aceptación y compromiso, y en este caso utilizo mi propia experiencia para intentar trasmitir la conclusión a la que he llegado en este mismo momento.

Hay veces en la vida en las que se puede luchar, veces en las que se puede seguir intentándolo, veces en las que si empujas un poco más tal vez llegues a conseguir lo que tenias pensado alcanzar. Eso es genial y te deja una sensación de gozo tan grande que cuando se nos presenta otra oportunidad queremos volver a repetir y tratamos de alcanzar una meta tras otra. Creo que en eso consiste el éxito de una persona.
Sin embargo, hay veces en las que por mucho que luchemos, lloremos y queramos alcanzar la meta, tenemos que ser lo suficientemente humildes como para reconocer que tal vez en esta ocasión haga falta retirarse y descansar. Eso es lo que me ha pasado este verano y ahora mismo. En verano quise continuar con mi actividad física a pesar de mis molestias en el gemelo izquierdo pensando que si seguía luchando al final el dolor cesaría. Tras varias semanas en las que lo único que hice fue correr mal y ponerme de mala leche, opté por dejar de hacer ejercicio. Dejé a mi pierna descansar y me tomé dos semanas de descanso necesario y merecido. Finalmente me reincorporé a la actividad física poco a poco, partiendo de cero, y aunque sé que podría estar en mejor forma si no hubiera tenido la lesión, la realidad es que la tuve, así que lo que importa es que ya no me molesta el gemelo.

Por si todo esto no fuese suficiente, el lunes pasado me torcí el tobillo entrenando. Fue en una jugada en la que traté de cortar un pase de la contraría, el balón me dio en el pie y apoyé con este torcido. Oí un "clack" muy poco tranquilizador y en cuanto intenté arrancar a correr mi tobillo me mando señales de "ni de coña". La rabia me hizo intentar quedarme y seguir jugando, pero en el fondo sabía que no podía continuar. Me salí a la banda y me puse a pisar fuerte con el pie dolorido, más con rabia que con conocimiento de lo que hacía. Debí estar un rato porque mi entrenador se acercó y me dijo "pero deja de pisar fuerte, si te duele solo te va a doler más" y yo con impotencia seguía pisando como si no le escuchase "¿si tienes una herida tu te la rascas para abrirla más o que?". Entonces ya paré.
A lo que voy es que en este caso, yo podía pisar más fuerte, ponerme hielo como una loca, llorar, gritar, maldecir el momento en el que decidí poner ahí el pie, pero eso no me iba a quitar el dolor ni la posibilidad de perderme entrenamientos y amistosos. En este momento lo que tengo que hacer es aceptar que tengo dolor, intentar tratarmelo y sobre todo, tener paciencia para no forzar algo que no tengo necesidad de forzar.

No estoy diciendo que haya que rendirse en cuanto nos surge un problema, yo no lo he hecho casi nunca, pero si que a veces hay que tener cabeza y saber tratarse a uno mismo con cariño para recuperarse bien.

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